domingo, 7 de abril de 2013

Los adolescentes picassianos se despojan de su disfraz


No todo es tristeza y desesperanza tras La muerte de Arlequín. Retomando La Evocación  (1901), inspirada también en una muerte, la del joven Casagemas, cabe vislumbrar un atisbo de esperanza, aquí reflejada en los niños que juegan frente a su madre portado un bebé, signos de vida nueva que se regenera frente la muerte del futuro enterrado. Tomando la muerte de Casagemas como enlace y punto de partida para la escena mortal de Arlequín, sin olvidar la sucesión simbólica de las etapas de la vida del cuadro de 1901, se intuya que Arlequín no muere, se regenera en los nuevos adolescentes que pintará Picasso, herederos del mundo del circo, pero ya despojados de sus ataduras a los escenarios con aires de espectáculo alegre. Traen consigo una nueva etapa, si bien aún rosa, siendo ahora ellos mismos su propio espectáculo. En palabras de Daix: "Los muchachos de azul, que al principio provienen del circo, no tardarán en dejar de ser arlequines. Serán simplemente adolescentes elegantes, enriquecidos por la seducción de su edad y de la poesía soñadora que llevan consigo".
Destaca sin duda el millonario Muchacho de la pipa, de 1905, que, en mayo de 2004 rompió récords convirtiéndose en el cuadro más caro de la historia del arte contemporáneo al venderse en una subasta de Sotheby’s en Nueva York por 104,168 millones de dólares (85,6 millones de euros). El empobrecido y hambriento Arlequín había dejado definitivamente de serlo y ahora se coronaba con las flores del éxito.

El muchacho de la pipa. 1905.

Edith Carrillo

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