Llenando espacios de
tratamiento poco exhaustivo, rasgo que también se daba en las obras azules,
Picasso pinta a personajes del circo, acróbatas y arlequines en actitudes
cotidianas propias del backstage.
Están entre bastidores no sólo con respecto al escenario, sino también teniendo
en cuenta esa intimidad familiar que parece habérseles querido negar a unos
artífices circenses sólo entendidos en su vinculación al espectáculo traducido
en vivos colores al otro lado del telón, colores, sobre todo en el vestuario,
que en las obras rosas parecen difuminados en solidaridad con los rostros,
ahora inexpresivos, de sus portadores.
Han cambiado los
actores con respecto a la época azul, pero no la simbología de aislamiento,
aquí en núcleos familiares más completos y expansivos en cuanto a la
composición, y de sufrimiento humano, mostrado una vez que nadie parece
mirarles. Es quizá éste otro tipo de espectáculo, más difícil de digerir, que
quiere mostrarnos un Picasso que aún no se ha despojado de cierto
sentimentalismo, aunque este hecho pareciera avergonzarle en cierto modo años
después. Tanto las maternidades de 1904, protagonizadas por la imagen de
Madeleine, compañera sentimental y modelo de Picasso por aquél entonces, e
incluso las composiciones de madre e hijo más tempranas del periodo azul, junto
con alguna pareja, como Los dos
saltimbanquis de 1901, son, por contenido e inclusión ya de algunos
elementos que serán posteriormente visibles en el circense periodo rosa, obras de
transición hacia aquéllas de parejas con niños, e incluso animales.
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Los dos saltimbanquis. 1901 |
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Maternidad. |
Una obra fundamental
para entender los esquemas mentales comunes entre el “azul” y el “rosa” que
aquí queremos exponer, y que será, por tanto, clave para entender después la
usurpación de personalidades entre Picasso y Arlequín, uno de sus alter egos más reconocidos, es la
“pseudodesconocida” acuarela sobre papel Saltimbanquis,
realizada en París en 1904. Al margen de las interpretaciones que ven en el
personaje masculino a Picasso y en el femenino a Fernande Olivier, otra de sus
“amantes simultáneas”, la obra esconde otros intereses. Si bien, muy
seguramente, el título es posterior, habiendo influido en ello la transición de
unos protagonistas a otros que supone el año de su realización, este hecho
puede ser una pista para comprobar la relación entre ambos periodos y sus
eslabones intermedios: de las parejas azules incomunicativas y bebiendo en
bares, a las parejas en un ambiente íntimo, de cuerpos desnudos, que serán
después culminantemente escenas donde la mujer se baña frente a su marido
Arlequín, que sostiene un bebé en sus brazos.
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Saltimbanquis. 1904. Acuarela sobre papel |
Edith Carrillo
Para más información:
- OCAÑA, Mª Teresa. "Del azul al
rosa". En Picasso 1905-1906. De la época rosa a los ocres de Gósol. Barcelona. Electra. 1992.
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