sábado, 4 de mayo de 2013

De la pintura al teatro: Las Bodas de Pierrette


En Las Bodas de Pierrette Picasso ofrece, sin abandonar ciertos rasgos de la época azul y de la rosa, el cambio de contenido que anunciaba en algunos bocetos a lápiz. Pone ahora sobre el lienzo una obra que funciona como transición hacia su interés por el mundo del teatro, consumado dos décadas después con su participación en los Ballets Rusos de Diaghilev. Será este tema el que introduciremos en esta entrada y sobre el que trataremos en las siguientes. Picasso mantiene la figura de Arlequín en esta obra de cambio de rumbo, pero lejos de incluirse en una escenografía típica de la Commedia dell’Arte aparece en una totalmente nueva, nacida de la imaginación de Picasso inspirada por los cafés contemporáneos. Es éste un ambiente en el que el “rosa” Arlequín queda descontextualizado entre personajes “azules”, además de vencido, al tener que despedirse con un beso de su amada Colombina, casada ahora con un viejo rico que le deja fuera de juego definitivamente. Picasso retoma los personajes fetiche de los últimos años, como son Arlequín y esa pareja a la izquierda de la composición como evocación clara de aquella Comida Frugal (1904), y los pone a su servicio para crear una trama teatral propia en la que casi se puede ver cómo Arlequín, apenas un segundo después, se dispondrá a saludar y a abandonar, ya no la composición pictórica, sino el escenario. Hace las paces aquí Picasso con el azul, quizá más melancólico que antes por ser tan diluido, tan inacabado, apelando  seguramente de nuevo a cierta nostalgia nacida de su vida cotidiana.
Hay quien afirma que Las Bodas de Pierrette no sólo es el eslabón entre la pintura y el teatro. Por un lado sería la prueba de cómo Picasso quiso expresar un hecho que le inquietaba: el traslado de Fernande Olivier a su casa y, consecuentemente, el cambio que suponía para él la convivencia con una mujer bajo el mismo techo. Por otro, supone un eslabón de unión con composiciones aparentemente muy diferentes, pero en realidad fruto del mismo esquema compositivo y, casi por ello, también de contenido. En este sentido se ha querido ver la correlación de este lienzo con el grabado de Salomé, comentado hace unas pocas entradas, por ser ambas obras la representación de una determinada actuación frente a uno o varios espectadores pasivos. En una Arlequín con su peculiar mímica muda, pero transmisora del mensaje de despedida nostálgica, en la otra, Salomé sumida en su danza, mímica que aquí deja de ser muda e hierática por ser en este caso símbolo del movimiento y la música. Picasso crea una confrontación conceptual e iconográfica dentro del mismo esquema compositivo de cariz teatral. Esta comparación entre obras de una misma época, tan diferentes, pero tan parecidas,  sirve como explicación del afán de búsqueda de Picasso en esos años hacia nuevos fines artísticos, que le llevaban a traducir a diferentes estilos diseños mentales aún enraizados.

Las Bodas de Pierrette. 1904

Edith Carrillo

Para más información:
OCAÑA, Mª Teresa. "Del azul al rosa". En Picasso 1905-1906. De la época rosa a los ocres de Gósol. Barcelona. Electra. 1992.


No hay comentarios:

Publicar un comentario