jueves, 23 de mayo de 2013

Arlequín madura

Mientras que los bodegones seguían calmando cierta sed de Picasso por el Cubismo, en la rama figurativa vuelve a un renovado clasicismo desde 1917, por lo que es difícil no tener en consideración su participación en Parade y su viaje a Italia como detonantes. Esta renovación de antiguos temas tomará más fuerza a partir de 1920, cuando Picasso pasa una temporada en Juan-les Pins, en el sureste de Francia, momento en que retoma abiertamente el tema de Arlequín y el de Pierrot. Será aún desde los parámetros del Cubismo sintético cuando pinte a un arlequín músico, con formas planas de vivos colores, como lo hizo en el Arlequín de 1915, enlazando con sus personajes pictóricos y teatrales de 1917. Nacen así, por un lado, las dos versiones de sus Tres Músicos de 1921, resultado de su periplo por Italia y el contacto directo, tan comentado aquí, con la Commedia dell’Arte. Los tres personajes derivan de dicha trama teatral, encarnando Picasso, según una de las interpretaciones, a Arlequín; Apollinaire, ya fallecido, a Pierrot; y Max Jacob, el poeta y dramaturgo francés amigo de Picasso, al monje, ya que en esos momentos había ingresado en un convento benedictino. Al igual que acabó recurriendo al mundo del teatro en sus últimas obras antes de acudir a las experimentaciones hacia el cubismo, sobre todo dibujos comentados en entradas anteriores, sería con el mundo del teatro con el que casi estaría cerrando la etapa del Cubismo, de lo cual es ejemplo esta obra. La culminación de este proceso de transformación estética son sus arlequines de los años 20, que enlazan por el tema con el periodo rosa y con el último cubismo sintético. Según Gertrude Stein fue éste un segundo periodo rosa, provocado por el cambio en la mirada que supuso en Picasso el viaje a Italia, justificándolo así mediante un cambio de aires que provocó un cambio de temática. Según Stein, eso mismo ocurrió en 1905, explicando el periodo rosa como fruto de la alegría de la llegada a París desde España,  como comentamos en nuestras primeras entradas. Destaca, por un lado, el famoso Arlequín con espejo, de 1923, quizás el eslabón de transición más claro desde el cubismo, ya que muchos expertos siguen viendo en el rostro del personaje, para el cual se dice que posó el pintor español Jacinto Salvado, mientras que otros dicen que era en principio un autorretrato, ciertos resquicios del hieratismo y el carácter de máscara de sus primeros retratos experimentales, como lo fue el de la propia Gertrude. Picasso entra y sale del Cubismo, parece ser, con fórmulas claras de metamorfosis progresiva. Culmina el proceso en obras como el Arlequín sentado, también de 1923, prueba última del proceso de madurez de Picasso en torno a un mismo tema.


Tres Músicos. 1921

Arlequín con espejo. 1923

Arlequín sentado. 1923

Edith Carrillo

Para más información:
Picasso y el teatro: Parade, Pulcinella, Cuadro Flamenco, Mercure . Dir. María Teresa Ocaña. Barcelona. Museo Picasso: Adjuntament de Barcelona, Institut de Cultura: Ambit Serveis Editorials. 1996.

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