Mientras
que los bodegones seguían calmando cierta sed de Picasso por el Cubismo, en la
rama figurativa vuelve a un renovado clasicismo desde 1917, por lo que es
difícil no tener en consideración su participación en Parade y su viaje a Italia como detonantes. Esta renovación de
antiguos temas tomará más fuerza a partir de 1920, cuando Picasso pasa una
temporada en Juan-les Pins, en el sureste de Francia, momento en que retoma
abiertamente el tema de Arlequín y el de Pierrot. Será aún desde los parámetros
del Cubismo sintético cuando pinte a un arlequín músico, con formas planas de
vivos colores, como lo hizo en el Arlequín
de 1915, enlazando con sus personajes pictóricos y teatrales de 1917. Nacen
así, por un lado, las dos versiones de sus Tres
Músicos de 1921, resultado de su periplo por Italia y el contacto directo,
tan comentado aquí, con la Commedia dell’Arte. Los tres personajes derivan de
dicha trama teatral, encarnando Picasso, según una de las interpretaciones, a Arlequín; Apollinaire, ya fallecido,
a Pierrot; y Max Jacob, el poeta y dramaturgo francés amigo de Picasso, al
monje, ya que en esos momentos había ingresado en un convento benedictino. Al
igual que acabó recurriendo al mundo del teatro en sus últimas obras antes de acudir a las experimentaciones hacia el cubismo, sobre
todo dibujos comentados en entradas anteriores, sería
con el mundo del teatro con el que casi estaría cerrando la etapa del Cubismo,
de lo cual es ejemplo esta obra. La culminación de este proceso de
transformación estética son sus arlequines de los años 20, que enlazan por el
tema con el periodo rosa y con el último cubismo sintético. Según Gertrude
Stein fue éste un segundo periodo rosa, provocado por el cambio en la mirada
que supuso en Picasso el viaje a Italia, justificándolo así mediante un cambio
de aires que provocó un cambio de temática. Según Stein, eso mismo ocurrió en
1905, explicando el periodo rosa como fruto de la alegría de la llegada a París
desde España, como comentamos en
nuestras primeras entradas. Destaca, por un lado, el famoso Arlequín con espejo, de 1923, quizás el
eslabón de transición más claro desde el cubismo, ya que muchos expertos siguen
viendo en el rostro del personaje, para el cual se dice que posó el pintor
español Jacinto Salvado, mientras que otros dicen que era en principio un
autorretrato, ciertos resquicios del hieratismo y el carácter de máscara de sus
primeros retratos experimentales, como lo fue el de la propia Gertrude. Picasso
entra y sale del Cubismo, parece ser, con fórmulas claras de metamorfosis
progresiva. Culmina el proceso en obras como el Arlequín sentado, también de 1923, prueba última del proceso de
madurez de Picasso en torno a un mismo tema.
Tres Músicos. 1921 |
Arlequín con espejo. 1923 |
Arlequín sentado. 1923 |
Edith Carrillo
Para más información:
- Picasso y el teatro: Parade, Pulcinella,
Cuadro Flamenco, Mercure . Dir.
María Teresa Ocaña. Barcelona. Museo Picasso: Adjuntament de Barcelona,
Institut de Cultura: Ambit Serveis Editorials. 1996.
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