domingo, 12 de mayo de 2013

Picasso fait Parade avec nous


Picasso resultó ser el anclaje último para la puesta en marcha definitiva de los Ballets Rusos de Diaghilev en su viaje a Italia, con cuya tropa viajaría el artista a Nápoles en 1917. Decía Diaghilev que “el perfecto ballet sólo puede ser con la íntima fusión de tres elementos: la danza, la pintura y la música”. Varios años después del uso casi monotemático de tramas entorno a la figura de Arlequín y el fondo circense, la entrada en contacto directo con la verdadera Commedia dell’Arte provocó en su arte una vuelta a ciertos detalles y protagonistas de la lejana época rosa, pasados por el filtro de un Picasso ya más maduro artísticamente. El carácter de las representaciones callejeras, improvisadas y vivaces le inspiraron para la escenificación de un ballet que debía recoger esa misma sensación impregnada en el público. Tras conocer Picasso a Cocteau en 1916 se cerró el contrato que nombraba responsable de la escenografía y el vestuario del ballet titulado Parade al pintor, del que nos ocuparemos en las siguientes entradas. Será el mismo Cocteau, autor del libreto, y Erik Satie, el compositor, quienes anunciaran el acuerdo al resto del equipo en una postal fechada el 24 de agosto de 1916 en la que escribieron la famosa frase: “Picasso fait Parade avec nous (Picasso hace Parade con nosotros)”. Sería en Roma donde partiría en primer lugar el 17 de febrero de 1917 junto a Cocteau, para encontrarse allí con el realizador ruso y con Léonide Massine, donde debían quedar fijados los arreglos definitivos del ballet que se titularía Parade.
Sería una obra paradigmática por romperse las expectativas que de él se tenían al abandonar en gran medida la inspiración cubista, sobre todo teniendo en cuenta el telón que pintará para el ballet, el cual comentaremos en otra entrada, en el que claramente volvía a temas clásicos. Pero no sólo por eso fue un punto de inflexión, ya que suponía toda una sorpresa el hecho de que Picasso viajara a Roma, ciudad excluida del recorrido del peregrinaje cubista. Quizá por aburrimiento de la búsqueda que suponía la creación en las líneas de dicha corriente, quizá por una mera atracción renacida hacia viejos personajes rescatados. El toque cubista subyacente, no en sentido estricto, sería el desequilibro palpable entre los elementos en los que intervendría Picasso y la propia obra. La superposición aquí no era de planos ni de puntos de vista, sino de estilos, convirtiendo Parade en todo un manifiesto ecléctico. 
Cocteau compuso una obra basada en el teatro dentro del teatro, en el marco de lo que se denominaba fête foraine. La trama se ubica frente a un fondo con unos edificios parisinos, una trama urbana en la que no hay que obviar la invocación del Futurismo italiano. Además, casi evocando de lejos aquel esquematismo geométrico de los primeros paisajes urbanos y rurales en la época de experimentación en España hacia el cubismo. Dicha trama carecía de barroquismos y complicaciones literarias: un grupo de artistas ambulantes, entre los que se encuentra un acróbata, un prestidigitador chino y una niña americana, se dedican a ofrecer al público números ante una caseta o pequeña carpa en un bulevar parisino. El objetivo del grupo callejero, cuya intervención funciona como escaparate, se apoya en la escandalosa invitación de unos managers armados con altavoces para atraer así los pasos del público más allá del umbral de la puerta acortinada. La confusión nace cuando ese triple espectáculo de music-hall, la parada de espontáneos en la calle, se toma como verdadero y definitivo espectáculo, error que comentan entre gritos y un lenguaje delirante los managers, intentando repescar sin éxito al público hacia el improvisado teatro. Cuando los artistas salen de nuevo del recinto vacío intentan de nuevo ganar al público con sus habilidades, pero también fracasan cuando el público ignora definitivamente sus esfuerzos.
Son sin duda evocadores los trajes, seguramente lo que más, los cuales convierten a los artistas en un reinventado modelo de payaso. 



Diseño de vestuario de Picasso para el prestidigitador chino

Diseño de vestuario de Picasso para uno de los acróbatas


Representación contemporánea de Parade. 

Edith Carrillo

Para más información: 

Picasso y el teatro: Parade, Pulcinella, Cuadro Flamenco, Mercure . Dir. María Teresa Ocaña. Barcelona. Museo Picasso: Adjuntament de Barcelona, Institut de Cultura: Ambit Serveis Editorials. 1996.

El teatro de los pintores en la Europa de las vanguardias. [Exposición Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía]. Comisaria Marga Paz. Madrid. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía: Aldeasa. 2000. 

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