lunes, 25 de marzo de 2013

Los animales-payaso de Picasso


La culminación de la temática familiar en el periodo rosa se ha querido ver reflejada en Familia de acróbatas con mono, primera obra de Picasso adquirida por los hermanos Stein, y donde en realidad el padre es de nuevo Arlequín. Volviendo al omnipresente Apollinaire, éste escribió en aquella crónica de la exposición de Galeries Serrurrier de febrero de 1905: ¡Navidad! Partieron futuros acróbatas entre monos familiares. Aparecen, por tanto, ya los cuatro elementos que llegarán a formar parte de la definición ortodoxa del tema: el padre, la madre, el niño, acaso dos, y un animal, ya fuera doméstico o salvaje, como en este caso. Pero es en este último personaje invitado al núcleo familiar en el que nos centraremos en esta ocasión. Los animales serán esos añadidos a las escenas de familia, parejas de acróbatas o adolescentes en solitario, que tendrán un papel propio en las escenas. Desde el mono, inverosímilmente domesticado y casi de mirada tierna hacia el bebé, objeto de críticas a Picasso que afirman que es buen pintor, pero mal naturalista, al caballo guiado por la mano de aquel Muchacho conduciendo un caballo, ya de la época de los ocres de Gósol (verano de 1906), pasando por el perro fiel de Dos acróbatas con perro. Más claramente en el caso del mono, quizá esa falta de naturalidad, sirva para mostrar un nuevo tipo de alienación a través del protagonismo de los seres vivos sometidos al espectáculo dirigido por otros alienados de ese mismo mal que es lo escénico y el cumplimiento con las expectativas de un público que sólo parece percibir lo que ocurre fuera del resguardo de un telón. El animal, sin duda, es además un elemento expresivo, simbólico para el pintor, como muestra en los estudios al respecto sobre su figura. Eran además habituales en las melancólicas escenas del periodo azul, dándoles en este nueva etapa Picasso, una significación de acompañamiento expresivo no muy diferente.
Curiosamente, en sus grabados, Durero, con quien se ha comparado al propio Picasso al ser ambos, junto con Rembrandt y Goya, los mayores grabadores de la Historia del Arte, también incluyó al macaco, atado con una cadena, en La Virgen del mono (1498), al fin y al cabo, una maternidad, variantes de esas escenas de familia en las que el simio resultaría también de marcado carácter simbólico. En el caso de Durero, el mono retomaba la simbología religiosa del mismo: la lujuria, la gula y la avidez, incluso símbolo de la Sinagoga y de la propia Eva. En el caso de Picasso, las posibilidades de la interpretación del mono parecen claramente no ir por el camino de la lectura cristiana, y quizá de ninguna otra, salvo aquella que le concede su particular papel de nuevo payaso en escena.


Familia de acróbatas con mono. 
Gouache, acuarela, pastel y tinta china sobre cartón. 1905

Dos acróbatas con perro
Gouache 1905

Muchacho conduciendo un caballo. 1906

La Virgen del mono. Durero. 1498

Edith Carrillo

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